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La necesidad de cuidar nuestra forma de hablar.

Nuestra forma hablar ha sufrido, a través de los años, un franco deterioro.  No se trata de hacer un juicio moral acerca de esto sino más bien de reflexionar lo que las palabras y las formas de uso representan, la energía que contienen y lo que desencadenan.

Cuando nosotros hablamos no sólo estamos expresando pensamientos sino que con ellos viaja siempre una emoción e involucra una acción. Los seres humanos muchas veces hablamos como si cada cosa que decimos no tuviera impacto a nuestro alrededor.  Sin darnos cuenta, estamos siguiendo el pensamiento de Newton, que como no pudo descubrir la relación entre el movimiento y la generación de energía, afirmaba que los entes estaban separados. Sin embargo todos sabemos, por experiencia personal, que las palabras sanan o enferman, y esto lo observamos  todos los días en la vida cotidiana.

Muchas personas sufren de un síndrome que yo llamaría “vómito toxico” que es la expresión del lenguaje usada como  arma violenta, como catarsis, como forma de expulsar hacia afuera lo que está sin elaborar adentro del alma. Entonces,  las emociones sin elaborar son eyectadas a manera de “malas palabras”, de insultos e improperios, sin considerar el impacto ecológico que conlleva esta acción.

Tanto los pensamientos como las palabras dichas forman parte de un campo cuántico que configuramos con las demás personas que nos rodean y no sólo las cercanas, sino que es una emisión que llega a todo el planeta.  Cada onda, cada energía liberada, forma parte del campo energético de la Tierra. El paradigma newtoniano de la separatividad todavía vigente en nuestra forma hace que el ser humano todavía no tome conciencia de que es emisor permanente de una energía que construye o destruye.

El coaching trabaja el hablar responsable y la integridad personal, de manera tal de hacernos cargo de lo que creamos continuamente con nuestros pensamientos, emociones y acciones.

Ser coach no es sólo ejercitar una profesión. Implica elegir una manera de ser en el mundo. La elección de esta profesión nos da herramientas para la auto transformación y ayuda a los coachees (personas que reciben coaching) a lograr el cambio deseado.  Los coaches colaboramos en la transformación de los modelos mentales desde donde observa el coachee y asimismo lo ayuda en la construcción de un diseño de conversaciones que le permita ser más efectivo en los resultados que quiere alcanzar en cualquier ámbito de la vida.  En definitiva,  los coaches trabajamos para que las personas logren crear una vida más productiva y feliz.

Lic. Mónica Monetti